“La meditación no es algo propio de la mente, sino algo que está más allá de ella. Y el primer paso es asumir una actitud lúdica frente a la meditación. Si tomas la meditación como algo divertido, la mente no podrá destruir tu meditación…. Es una canción para ser cantada, una danza para ser danzada… Tómala como diversión y te sorprenderás: si puedes asumir en forma lúdica la meditación, ésta se desarrollará a pasos agigantados… las pequeñas cosas de la vida comienzan a cobrar un nuevo sentido, una nueva significación. Entonces, nada es pequeño, todo empieza a tomar un nuevo sabor, una nueva atmósfera. Uno empieza a sentir una especie de santidad por todas partes… Uno simplemente se vuelve un amante de la vida. Uno aprende una sola cosa: cómo gozar de la vida. Pero gozar de la vida es el camino hacia Dios. ¡Danza tu camino hacia Dios, ríe tu camino hacia Dios, canta tu camino hacia Dios!”
Osho
¿Qué es la meditación?
La meditación es estar atentos y ser plenamente conscientes, segundo a segundo, de nuestros pensamientos y sentimientos, de nuestro cuerpo y movimientos, de todo nuestro entorno. Eso es meditación. Estar aquí y ahora. La meditación es una herramienta que sirve para introducirnos en nuestro interior, es una forma de acceder al conocimiento de uno mismo y nuestro entorno, poder así vivir y sentir de una manera adecuada y de esta forma conocer el bienestar. Meditar es experimentar el alivio del desasosiego y de la charla constante de la mente para sentir el silencio y la paz interior. Hay muchas maneras de lograr esto y podemos experimentar para ver cual se adecua a nosotros mismos. En realidad, "la mente" como entidad no existe. Si observamos, sólo existe una sucesión de pensamientos que es más o menos automática. Estos pensamientos surgen como burbujas salidas de ninguna parte. Algunos nos resultan agradables, otros desagradables y otros neutrales en contenido de sentimiento. A veces suelen desaparecer casi de inmediato, otras veces insisten en perdurar en nuestra conciencia, clamando por nuestra atención o acción, de manera obsesionante o persecutoria. Puesto que el sentimiento sigue al pensamiento, puede hacernos sentir cualquier cosa, desde feliz, satisfecho/a o eufórico/a, a deprimido/a desesperado/a o paranoico/a. Estos pensamientos que, de buen o mal grado, entran en nuestras cabezas afectan a nuestros estados de ánimo, y puesto que lo que decidimos y hacemos habitualmente surge de lo que estamos sintiendo, también afectan a nuestras acciones y reacciones hacia los demás. El origen de toda desdicha humana comienza como un pensamiento antes de ejecutarse y de manifestarse en el plano material. Y la meditación es la única forma que tenemos para superar el dominio absoluto que nuestro pensamiento tiene sobre nuestra experiencia y nuestra manera de estar en el mundo. Darse cuenta del ser que vive detrás del pensamiento, de cómo se crea el pensador con los pensamientos es tremendamente liberador.
El propósito de la meditación es pacificar y calmar la mente. Si nos adiestramos en la meditación, iremos descubriendo en nuestro interior una paz y una serenidad cada vez mayores y disfrutaremos de una forma de felicidad que se irá volviendo más pura.
Por medio de la meditación aprendemos a crear un espacio en nuestro interior y una flexibilidad y claridad mentales que nos permiten controlar nuestra mente sin vernos afectados por los cambios en las circunstancias externas.
La primera etapa de la meditación consiste en detener las distracciones y lograr una cierta claridad y lucidez en la mente. Esto puede lograrse por medio de un simple ejercicio de respiración. Primero buscamos un lugar tranquilo donde podamos meditar y nos sentamos en una posición cómoda, ya sea la postura tradicional, con las piernas cruzadas una sobre la otra, o cualquier otra posición cómoda. Si lo preferimos, nos podemos sentar en una silla. Lo más importante es mantener la espalda recta para no caer en un estado de somnolencia.
Mantenemos los ojos cerrados o entreabiertos y enfocamos toda nuestra atención en la respiración. Respiramos de forma natural, preferiblemente a través de los orificios nasales, sin pretender controlar la respiración, e intentamos ser conscientes de la sensación que produce la entrada y salida del aire por la nariz. Esta sensación es nuestro objeto de meditación. Nos concentramos en él intentando olvidar todo lo demás. Al principio percibiremos que nuestra mente está muy atareada y entonces es posible que pensemos que la meditación la agita aún más; en realidad, lo que ocurre es que empezamos a darnos cuenta de lo ajetreada que normalmente está nuestra mente. Cuando la turbulencia de las divagaciones mentales disminuye y nuestra mente se calma, nuestro cuerpo entra en un estado de Relajación y surge de forma natural un sentimiento profundo de felicidad y satisfacción. Este sentimiento de bienestar nos ayudará a resolver los problemas y dificultades de la vida diaria. Una gran parte del estrés y de las tensiones que nos afligen se originan en la mente y muchos de nuestros problemas, como la mala salud, son provocados o agravados por el estrés. Si practicamos la meditación en la respiración durante diez o quince minutos al día, seremos capaces de reducir en gran medida nuestro estrés. Experimentaremos una sensación de tranquilidad y espacio en nuestra mente y muchos de nuestros problemas se desvanecerán. Sabremos manejar mejor las situaciones difíciles, nos sentiremos más cerca de los demás, seremos más atentos con ellos y nuestras relaciones mejorarán.
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